lunes, 5 de marzo de 2012

El Pensamiento Político De Albert Camus Reflejado En Su Teatro

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El Pensamiento Político De Albert Camus Reflejado En Su Teatro

Artículos - Arte y Cultura


“Los Justos”, 1949

¿Quién ahora recuerda el teatro de Camus? ¿Quién piensa en el existencialismo, y en especial en Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, más que como un recuerdo singularmente triste? Pero Camus se une a Sartre como uno de los líderes del existencialismo. Terminará en una feroz polémica porque Camus se aparta del comunismo.

Georg Maißer


El argelino Albert Camus, Filósofo, Premio Nobel de Literatura en 1957, director de la publicación comunista Combat, entre muchas actividades de tipo intelectual, siendo aun muy joven, fundó en Argel, en el año de 1937, El Teatro del Trabajo que posteriormente pasaría a llamarse El Teatro del Equipo.

Es que Albert Camus no podía escapar de tan buena tradición; desde muy temprana edad tuvo al teatro como una de sus actividades más importantes, dicen que en su juventud Camus fue un apasionado deportista, que practicó el fútbol, y que tenía madera para lograrlo, se piensa que la tuberculosis tuvo mucho que ver para que lo dejará de practicar competitivamente, sin embargo, en algunas oportunidades, Camus reconoció que el teatro lo jaló de manera muy importante en su juventud.

Es destacable que a pesar de las nuevas formas de entretenimiento o expresión artística, además del importante fenómeno de masificación, si se tienen en cuenta; la aparición del cinematógrafo, la radio, la televisión, etc, repito, a pesar de las anteriores formas de expresión, los hombres más cultos de Europa siguieron fieles al Teatro, siguieron la tradición de expresar sus ideas, quizá las más humanas, las más puras, con el Teatro.

Quizá hoy por hoy, el teatro se haya perdido un poco dentro de las diferentes fuentes de expresión y de inspiración de los intelectuales y creadores de nuestro tiempo, ya que la mass media, le ha dado un fuerte golpe al culto de la lectura dramatúrgica, o a la asistencia a las tablas; sin embargo, aun quedan reductos de intelectuales, que de una u otra forma afloran su inquietud por aquello que en nuestros tiempos concebimos como teatro, para luego atravesar este espacio de manera dialéctica, y de esta forma, crear un vinculo alrededor del acto teatral con el fin de plantearnos las preguntas que cuestionan al hombre, su entorno y su cultura.

La historia de Camus es especial porque hizo parte de los momentos más dramáticos de la historia europea, participó concientemente como pacifista contra el colonialismo en Argelia, fue activista y crítico importante como director del periódico Combat, publicación de ideas totalmente comunistas, de la misma forma, se dio su corta anexión al partido comunista.

Como lo anotan sus biógrafos más importantes: Oliver Tood[1] o Georg Maiber[2], quienes hablan de su intensa actividad con el teatro y su relación con la política, su activismo con respecto al problema de la independencia política y cultural argelina se manifiesta en una de sus primeras obras de escuela, luego su afiliación a la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial, para sacar a los alemanes del territorio francés, hizo esfuerzos ingentes para esta causa junto con sus amigos más cercanos, Malraux, Sartre y Simone Beauvoir.

Una constante que puede observarse en Camus como dramaturgo es la influencia de Dostoievsky y su obra los demonios. La cual aparece en escena de manera constante en su producción, se deben tener en cuenta las diferentes adaptaciones y montajes que hizo en su actividad teatral, además de sus cuatro obras propias, “El mal entendido” (1944), “Caligula” (1947), “Estado de sitio” (1948), y “Los Justos” (1949), Camus adaptó “Los espíritus”, de Pierre de Larivey (1953); La “devoción de la Cruz”, de Calderón de la Barca (1953); “Un caso clínico”, de Dino Buzzati (1955); “Réquiem por una monja”, de William Faulkner (1956); “El caballero de Olmedo”, de Lope de Vega (1957) y “Los Demonios”, de Dostoyevski (1959).

En este caso la obra que me convoca es Los Justos (1949), una obra afiliada al teatro político. En esta obra se percibe una concepción militante que reconoce la necesidad de luchar por un objetivo que es el bienestar común de los pueblos, pero que a la vez se plantea una cuestión, se hace necesaria una reflexión o almenos una pregunta con respecto a las acciones que se ejecutan en el conflicto, ya que en el fondo, subyace una mezcla de moralidad y comunismo, Oliver Tood, lo mensiona pues Camus lo consignó en sus cuadernos cuando hacía los apuntes para la adaptación de la obra “Los endemoniados”:

“Camus piensa en la Rusia del siglo XIX y en la del XX, en las psicologías rusa y francesa. `A Dostoievski', escribe, ‘no le gustaba el socialismo ni los humanitarios en general, y yo, que estoy adaptando Los endemoniados para el teatro, tengo la desgraciada experiencia de saberlo’. Pero (en el Diario de un escritor) Dostoievski definió un comunismo evangélico que, sin traición, puede presentarse como un socialismo en el sentido amplio del término, extraño al liberalismo pero arraigado en la idea de una responsabilidad de cada uno y de todos respecto a todos y cada uno. Eso es lo que he querido decir. Era enemigo de Marx porque se trataba de un socialismo de orgullo que no tenía en cuenta nociones irresistibles, como el amor o el pecado [...] Es evidente que para él la solución no era Cristo + Marx, sino Cristo + el pueblo ruso”.

La revolución es el tema central, el tiempo histórico de la obra es 1905 en la Rusia sarista, lo que está en el entramado de la obra es la ideología de los revolucionarios extremistas, algunos personajes masculinos representan las características de los activistas con mucha fidelidad, por ejemplo Kaliayev representa la rabia y el odio: “KALIAYEV: No temblará. ¡Vamos! Con el tirano frente a mí ¿voy a vacilar? ¿Cómo puedes creerlo? Y aunque me tiemble el brazo, conozco un medio seguro de matar al gran duque. ANNENKOV: ¿Cuál? KALIAYEV: Arrojarse bajo las patas de los caballos. (STEPAN se encoge de hombros y va a sentarse al fondo.) ANNENKOV: No, no será necesario. Habrá que intentar la huida. La organización te necesita, debes cuidarte. KALIAYEV: ¡Obedeceré, Boria! ¡Qué honor, qué honor para mí! Oh, seré digno de él.

En caso contrario, el único personaje que representa a la parte racional del activista, del personaje revolucionario, es un personaje femenino que se llama Dora, una función muy importante y significativa que corrobora lo dicho, es la actividad que desempeña dentro del grupo, pues es Dora quien construye las bombas explosivas que utilizan para los atentados, este papel es tan determinante que en Dora puede plantearse la mirada de un activista que toma de manera seria la revolución: “DORA: Claro, claro. Hay que matar al despotismo. Yo prepararé la bomba y al sellar el tubo, ¿sabes?, en el momento más difícil, cuando los nervios están tensos, sentiré, sin embargo, una entraña felicidad en el corazón. Pero no conozco al gran duque y mi tarea sería menos fácil si mientras lo hago estuviera sentado delante de mí. Tú vas a verlo de cerca. Muy de cerca...”

En el primer acto entonces vemos como aparecen los personajes adquiriendo las características que les identifican, en el segundo acto se plantea la tarea y el objetivo militar, matar al Duque, esto implica un debate moral al interior del grupo que es el siguiente, ¿es ético eliminar al adversario sin contemplaciones?, es decir, ejecutar el plan sin ninguna distinción frente al adversario “ante todo el objetivo” como lo dice uno de los personajes en la página 223. En este punto son importante los diálogos de Kaliayev y Stepan: “STEPAN: ¡Niños! Es la única palabra que tenéis en la boca. Pero ¿es que no comprendéis nada? Porque Yanek no mató a esos dos, miles de niños rusos seguirán muriendo de hambre durante años. ¿Habéis visto morir de hambre a los niños? Yo sí. Y la muerte por una bomba es un placer comparada con ésa. Pero Yanek no los ha visto. Sólo vio a los dos perros sabios del gran duque. ¿No sois hombres? ¿Vivís sólo en el momento presente? Entonces elegid la caridad y curad tan sólo el mal de cada día, no elijáis la revolución que quiere curar todos los males, los presentes y los por venir.

Albert Camus trabajó de manera intensa con los movimientos políticos y sociales de Argelia y Francia, de la misma manera trabajo como escritor, de su experiencia vital fue donde tomó los elementos más fundamentales para desarrollar sus tesis en “Los Justos” (1949) , más que una concepción firme y radical sobre la actividad revolucionaria y la lucha de la izquierda, lo que se percibe es una angustia por las contradicciones que genera la lucha entre cualquier grupo humano, “los justos” encarna esa pregunta ¿qué es lo justo?, Camus sale de las tendencias o movimientos políticos para tener una independencia en sus planteamientos, pues a pesar de compartir las tesis revolucionarias, sabe que el orgullo como el mismo lo plantea, termina siendo una arma de doble filo, arma que termina desgarrando las fibras de los más inocentes, es por esto, que para Camus son más importantes los seres humanos que las ideas, el mis lo planteó dos años antes de su muerte.

Por Ricardo Cordero

[1] Todd Oliver, Albert Camus toda una vida. Tusquets. Barcelona (1997). Edición original: Gallimard. París (1996). Traducción: Mauro Armiño.

[2] Maiber Georg, Reflexiones sobre el terrorismo. www

[3] Caricatura Albert Camus:http://sauce.pntic.mec.es/jmarti58/literatura/los_justos.htm

1 comentario:

Carles Valls dijo...

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