La inteligencia y el humor
Por Marcelo Birmajer
Viernes 10 de junio de 2011 |
Creo que entre sus muchas aristas perdurables, dos están especialmente vigentes en la actualidad: su humor y su inteligencia. Como evidencia de su inteligencia yo utilizaría su apoyo a los aliados y su firme pensamiento antinazi durante la década del 40. Mientras la mayoría de la intelectualidad protoperonista, y posteriormente peronista, junto a los nazionalistas con zeta, se inclinaba por la neutralidad o a favor del Eje, Jorge Luis Borges mantuvo una muy lúcida posición a favor de la libertad y en contra de Hitler y sus secuaces de toda laya, en todos los países, incluso en el nuestro.
No debemos olvidar que la Argentina, habitada por espías de ambos bandos, durante la conflagración mundial vivió fuertes tensiones entre nazis y antinazis. Quizás si hubiéramos seguido el credo antinazi de Borges y nos hubiéramos sumado al esfuerzo aliado desde temprano en la contienda, nuestro destino como país hubiera sido más afortunado. Nunca hay que olvidar a la cantidad de intelectuales de los años cuarenta que se inclinaron por la neutralidad o a favor de los nazis, como si la Argentina no debiera ocupar un lugar en el concierto de naciones que luchaban por la libertad.
Al menos, voces como las de Borges nos salvaron del oprobio del silencio o la complicidad.
Una de sus más atinadas citas, que precisamente combinan la inteligencia con el humor: cuando uno de los tantos adoradores del "superhombre", en este caso un adorador del Che Guevara, intentó apagarle la luz en la facultad, porque Borges se negaba a interrumpir la clase para sumarse al sumiso "homenaje" a Guevara, Borges le dijo al esclavo voluntario: "No me importa que apague la luz. He tomado la precaución de ser ciego".
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