domingo, 8 de agosto de 2010

Poema Nº 20 .- Pablo Neruda

Don Pablo Neruda: Un canto de amor sin fronteras.

Interpretar y juzgar el producto del trabajo intelectual del hombre, no es tarea fácil. Frente a tal realidad no me apena admitir que me es imposible desprenderme de ese horrendo temor que invade mi espíritu cada vez que alguien pone en mis manos un libro a fin de que exponga mis puntos de vista críticos. Hoy, se me antoja engalanar las páginas de este quincenario con un apresurado análisis al El poema 20 del anti-realista, Don Pablo Neruda el más grande de los ,poetas de lengua española quién falleciera en la más triste melancolía por el año 1973.

Intentar ubicar la poesía del novel poeta en cualquier riachuelo literario es una verdadera temeridad la cual se percibe en el POEMA 20, donde Don Pablo Neruda, enuncia en el primer verso su objetivo artístico con una afirmación cargada de contagiosa emotividad, mientras una imagen de clara visualización cumple su propósito:

. . .” La noche está estrellada
y titilan, azules, los astros a lo lejos ”.

El panorama de los grandes espacios marinos sirve de telón den fondo a un amor que arde sin consumirse y en su evocación se hace presente el recuerdo de la amada:

“ En las noches como ésta la tuve entre mis manos,
la besé tantas veces bajo el cielo infinito ”,

esto lo dice mientras. . .

“ El viento de la noche gira en el cielo y canta ”,

elemento que contempla la temática en función del contraste en el estado anímico, del “ me quiso ” y “ la he perdido ”.

En diversas imágenes, se localizan signos de lo puramente artístico:

“ y el verso cae al alma como al pasto el rocío “

la inmensidad del tiempo crece con la ausencia del ser querido, no obstante que el amor, contradictoriamente, es impotente para retenerle; es allí donde el elemento cognoscitivo facilita lo contrastable e insólito:

“ Como, para acercarla a mi, mi mirada la busca.
Mi corazón la busca y ella no está conmigo “

Y la pincelada que detiene el tiempo y eterniza el espacio

“ La misma noche que hace blanquear los mismos árboles “

mientras las personas y sus sentimientos cambian:

“ Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos “

por eso “ Ya no la quiero “ pero la noche, símbolo propicio para la añoranza, introduce la duda: “ pero tal vez la quiero “.

Me atrevería a decir que los contenidos sensoriales y afectivos tienen como indicador, la visualización del paisaje nocturno, que le dá amplitud al canto que se oye “ a lo lejos “ y permite la complicidad del viento “ para tocar su oído “, para evocar “ Su voz, su cuerpo claro, sus ojos infinitos “.





Enrique Ojeda.

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