lunes, 7 de noviembre de 2011

Hoy la literatura está banalizada"

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| ENTREVISTA SANTIAGO GAMBOA, ESCRITOR
"Hoy la literatura está banalizada"
"Antes habían tres o cuatro escritores en cada país. Hoy hay 200" "García Márquez tiene una estética poderosísima, pero se agota con él. ¡No admite seguidores!"

El escritor colombiano estará desde mañana en Caracas para la Conferencia Anual de la Fundación para la Cultura Urbana GABRIELA PULIDO/ARCHIVO
DUBRASKA FALCÓN , SANTIAGO GAMBOA , ESCRITOR COLOMBIANO | EL UNIVERSAL
lunes 31 de octubre de 2011 12:00 AM
La literatura ha recibido un golpe de estado. Los llamados escritores de entretenimiento han arrinconado a los "escritores de verdad". Así lo asegura el autor colombiano Santiago Gamboa (Bogotá, 1965), quien aterrizará en Caracas, desde Nueva York, para dictar dos charlas a propósito de la XI Conferencia Anual de la Fundación para la Cultura Urbana. La primera será mañana, a las 11:00 a.m., en el Centro Cultural Chacao; y la segunda, el miércoles, a las 7:00 p.m., en Corp Banca, en La Castellana.

"En América Latina no estamos tan mal, pero en España los escritores de literatura prácticamente son una minoría. Dentro de poco serán vistos, sobre todo por los editores, casi como apestados. Porque ha predominado el escritor de entretenimiento. Ellos han acuñado un término, que es muy gracioso: literatura comercial de calidad. Los autores de verdad como Javier Marías o Enrique Vila-Matas, cada vez están más cercados en España. El lugar del escritor lo está ocupando un tipo de autor menor", dice el autor de Necrópolis (2009) y El cerco de Bogotá (2004).

-¿Qué puntos va a tocar en la Conferencia Anual "La ciudad y el exilio"?

-Las relaciones que hay entre el viaje, la literatura, la creación, las ciudades y, por supuesto, mi propia experiencia. La ciudad es el territorio privilegiado de la novela. Sobre todo de la novela del siglo XX y XXI. Ahora, el exilio es una palabra que tiene muchos significados. Algunos son tristes: los exilios obligatorios o como castigo. También está el exilio voluntario, que es mi caso. Hay muchos exilios tras la búsqueda de influencias creativas o que se convierten en una literatura muy hermosa. Por lo tanto la ciudad y el exilio son dos ejes en los que podremos hablar de la creación.

-¿Cree que hoy el escritor latinoamericano está explorando su entorno?

-Sí. La literatura latinoamericana ya es una literatura moderna y muy vanguardista. Ya casi que se ha ganado el derecho a no ser una literatura regional. Los escritores latinoamericanos ya no son latinoamericanos. Son escritores nacidos en América Latina, que es distinto. Muchos de sus lectores, en Europa y Estados Unidos, ya no leen autores por ser latinoamericanos, sino que lo leen porque son escritores y les gusta lo que escriben. Esto es una demostración de mayoría de edad.

-¿En que momento se marca esa diferencia?

-Antes del boom de América Latina éramos percibidos de esa manera. El boom creó, como dice Jorge Volpi, 'una especie de marca registrada' que era la literatura latinoamericana. El entusiasmo llevó a que todo lo que provenía de ahí fuera muy llamativo e interesante. Estas miradas un poco regionales a mí siempre me han puesto un poco nervioso. Prefiero que los escritores sean juzgados por su talento.

-Ricardo Piglia, ganador del Premio Rómulo Gallego, dijo que los escritores latinoamericanos están más cerca de Jorge Luis Borges que de Gabriel García Márquez. ¿Qué opina usted?

-No creo que la disyuntiva sea entre Borges y García Márquez. La disyuntiva puede ser más entre Borges y Mario Vargas Llosa, o entre Borges y Carlos Fuentes. Es decir, entre una literatura como la de Borges que es muy imaginativa, que parte de la literatura misma; una literatura cuya referencia inmediata no es la realidad sino es el análisis de una lectura. Muchos escritores argentinos están por esa línea, como Rodrigo Fresán. Pero yo diría que la literatura más narrativa, que sería la que está en otro polo, no es la de García Márquez como en la de Vargas Llosa o Carlos Fuentes. ¡Ellos son muy narrativos y analíticos! Creo que García Márquez tiene una estética poderosísima, pero se agota con él. ¡Es una estética que no admite seguidores! El que quiere ser seguidor de García Márquez se convierte en copia. Mientras que Vargas Llosa sí puede tener seguidores o Fuentes. No estoy de acuerdo con Piglia. Para comparar a Borges con algo tendríamos que buscar un polo. Y ese polo podría estar entre Vargas Llosa y Fuentes.

-Al género policial y erótico los catalogan como géneros marginales. Sin embargo, usted los utiliza. ¿Le gusta mirar hacia donde pocos miran?

-No. ¡Todo el mundo mira hacia allá! Además, no creo que sean géneros menores. En la gran novela no hay géneros menores. En mis novelas hay elemento de la novela negra y nunca se han publicado en una colección de novelas policíacas. Las novelas, en general, sueñan tener elementos de todo tipo. La novela hoy es el espacio de libertad en donde confluyen todos los géneros que eran considerados como menores.

-Por ejemplo, Héctor Abad Faciolinci no pone límites en sus géneros cuando escribe...

-Exacto. En él no se sabe si estás leyendo una novela de ficción o si es una novela política. Si te pones a ver la mayoría de los buenos escritores hace mucho rato dejaron atrás esas fronteras cerradas por las teorías literarias y no por los buenos escritores. ¡La literatura la hacen los escritores, no los teóricos ni los profesores de Literatura! La literatura, a pesar de que hoy recibió un golpe de Estado, la hace los escritores.

-¿Un golpe de Estado?

-El escritor de literatura digamos, pura y dura, está siendo cada vez más arrinconado, y el lugar suyo lo ha ido tomando un escritor distinto: el escritor de entretenimiento. Sus libros son escritos para satisfacer un poco los estereotipos literarios de la gran mayoría. ¡No son trabajos literarios profundos! Es como en el cine: la diferencia que hay entre una película policíaca cualquiera y una película de Woody Allen. Ese es el golpe de Estado a la literatura.

-Ahora todos son cronistas. ¿Qué debe tener un buen cronista?

-El buen cronista, como Alberto Salcedo Ramos o Juan Villoro, debe tener primero una formación literaria, porque la crónica es un género literario. Y segundo, debe tener una gran curiosidad; una personalidad de escritor; una enorme nariz para saber a dónde tiene que acercarse; debe ser una persona silenciosa. El buen cronista debe saber responder problemas de orden literario: ¿por dónde comienzo?, ¿quién cuenta la historia?, ¿cuántos personajes?, ¿cuál es el mejor punto de vista para contar esa historia? Tiene que ser una persona muy rica y muy preparada. Tiene que leer lo mejor que hay. No hacerlo es un autocastigo incomprensible para mí. Por eso hay pocos que son muy buenos.

-Se fue Benedetti y Saramago. A Latinoamérica le queda García Márquez, Carlos Fuentes y Vargas Llosa, por nombrar algunos. ¿El papel de los escritores actuales es convertirse en sus sustitutos o abordar el compromiso con la literatura?

-Lo que pasa es que cada época le da al escritor un rol diferente. Hoy es muy difícil que existan figuras literarias como hace 40 años cuando García Márquez, Carlos Fuentes o Vargas Llosa. Es muy difícil que la sociedad de hoy le dé a un escritor, por ejemplo de mi generación, ese mismo lugar y ese mismo espacio que le dieron a Carlos Fuentes. Porque era una sociedad muy diferente. Precisamente hoy la literatura, digamos en términos muy sociológicos, se ha banalizado. Antes habían tres o cuatro escritores en cada país. Hoy hay 200. Se ha democratizado muchísimo, por más de que se diga que se lee poco se lee muchísimo más que hace 40 años. La figura del escritor hoy no es la figura de alguien que está rodeado en una especie de misterio que lo hace fascinante para la sociedad, y al mismo tiempo esa sociedad le da un pedestal gigantesco. Eso hoy ya no es así. No creo que exista en América Latina un escritor que produzca esa fascinación y ese misterio que producía en los años 60 Cortázar. Y no porque los escritores de hoy sean menores o inferiores sino porque la sociedad misma ya no ve en los escritores como alguien fascinante.

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